El manual se centra en la atención integral de personas afectadas por la Enfermedad de Parkinson (EP), con independencia de la edad de inicio, del ámbito sanitario y del nivel asistencial. El objetivo principal es que se trate de una herramienta de consulta cómoda, y que dé respuestas eficaces y homogéneas a los problemas más frecuentes de los pacientes con EP en los distintos momentos de su enfermedad, desde el diagnóstico hasta las fases más avanzadas, según reconoce el neurólogo Francisco Escamilla, editor de esta guía, publicada por el Grupo Andaluz de Trastornos del Movimiento (GATM) de la Sociedad Andaluza de Neurología.
La EP es la segunda enfermedad neurodegenerativa tras la enfermedad de Alzheimer y también un problema socio sanitario de primer orden, por su creciente prevalencia en relación con el envejecimiento de la población y la complejidad de su manejo. La prevalencia estimada nos dice que en Andalucía haya en la actualidad más de 22000 pacientes con EP. Aunque con las tendencias actuales, se espera que para mitad de siglo nos encontremos con unos 50000 afectados en esta región.
El impacto de la EP es “multidimensional, pues afecta a todas las facetas del individuo y, también, de forma directa a su familia y al entorno social; de ahí que el abordaje ideal sea también múltiple, sin perder la visión integral del paciente y sin interrumpir la continuidad asistencial”.
Según mantiene el Dr. Jesús Olivares, coordinador del GATM de la SAN y coeditor de la Guía, “en las últimas décadas se han producido importantes avances en el conocimiento de estas patologías y se han desarrollado recursos terapéuticos, médicos y quirúrgicos que han modificado su historia natural”.
Sus síntomas fundamentales son lentitud/dificultad de movimiento, rigidez, temblor y alteraciones de la postura y de la marcha, relacionados en gran parte con la pérdida neuronal progresiva en la sustancia negra del mesencéfalo. Sin embargo, el proceso degenerativo afecta también a otras estructuras neurales, dando lugar de forma variable a otras manifestaciones clínicas, denominadas no motoras, entre las que se incluyen trastornos del olfato, del sueño, anímicos, cognitivos, digestivos, genitourinarios, entre otros.
Aunque el diagnóstico de la EP es clínico y muchas veces es sospechado desde Atención Primaria, precisa de la confirmación por parte del neurólogo, quien debe utilizar su pericia en el tratamiento seleccionado y evolución de la enfermedad. Sin embargo, el Manual reconoce la figura del médico de Familia y de todo el entramado entorno a la Atención Primaria “que intervienen en la consecución de la mejora de la calidad de vida de los pacientes”.
Usuarios guía
Según reconoce el Manual, los principales usuarios éste son los médicos, principalmente los neurólogos, “aunque existen temas que involucran a otras especialidades médicas como Atención Primaria, Geriatría, Psiquiatría, Rehabilitación, e incluso Medicina Interna, Urgencias o Anestesia.