Este procedimiento quirúrgico corrige los trastornos motores, según explica el doctor Jorge Guridi, neurocirujano de la Clínica Universidad de Navarra y pionero en la aplicación de esta cirugía de la que ya suma más de 500 intervenciones
Los enfermos de Parkinson con una trayectoria de varios años de enfermedad y escaso efecto de la medicación cuentan con una alternativa eficaz para controlar los trastornos motores incapacitantes característicos de esta patología neurológica. Es la cirugía de Parkinson, también denominada estimulación cerebral profunda.
Se trata de un procedimiento quirúrgico en el que se implantan al enfermo dos estimuladores en el núcleo subtalámico (centro de la hiperactividad motora del Parkinson), que consiguen desactivar el trastorno devolviéndole a la normalidad motora con una excelente calidad de vida, explica el doctor Jorge Guridi, director del Departamento de Neurocirugía de la Clínica Universidad de Navarra. El especialista introdujo en España la aplicación de la cirugía de párkinson y cuenta ya con más de 500 intervenciones en su haber.
El Parkinson es una enfermedad neurológica crónica incurable que incide de diferente manera en las personas que la padecen. Afecta al sistema nervioso en el área encargada de coordinar la actividad, el tono muscular y los movimientos. En cualquier caso, el Parkinson no es una enfermedad fatal, lo que significa que el afectado no va a fallecer por esta causa.
En España se calcula que puede haber cerca de 150.000 personas afectadas por Parkinson. A partir de los 65 años de edad, el número de afectados aumenta hasta alcanzar el 2 por ciento de la población.
Paciente intervenido: electrodos que quitan el temblor
A pesar de que conseguía controlar algunos síntomas con la medicación, a sus 67 años, Josetxo Zalba, afectado de Parkinson desde hace 11 años, sintió que tenía que existir alguna opción terapéutica que le permitiera retomar el control de su vida. “Uno no se puede contentar con que le digan en un primer momento que tienes Parkinson, que es una enfermedad incurable y que tienes que vivir toda la vida así. Tienes que pensar que tiene que haber algo…Yo me aferraba a que tenía que existir una solución”. El paciente contactó con el doctor Guridi quien le indicó que el tratamiento quirúrgico le iba a dejar sin temblor y sin el resto de trastornos que llevaban acompañándole los últimos once años.
Siete meses después, este comercial bilbaíno y vecino de Pamplona, asegura que “ahora estoy con ganas de todo, de lo que sea… Vais a ver cómo puedo hacer todo: trabajos de jardinería, bricolaje… Y antes, sólo soltar una bombilla y volverla a colocar era un suplicio”. Josetxo disfruta de su vida junto a su mujer y con las visitas de sus 3 hijos y un recién llegado a la familia: su primer nieto de apenas un año.
La operación supuso para él un antes y un después: “Una vez que te han programado los impulsos es volver a ver el cielo porque cuando la médico de la Clínica me programó por primera vez los estimuladores, pasé de tener un temblor continuo a que de pronto desapareciera. Así, hasta hoy. Fue instantáneo”.
El paciente asegura que no siente la presencia de los electrodos excepto cuando “me toco la cabeza y noto que tengo aquí los electrodos porque me veo en el espejo. Pero los llevo como llevo mis orejas, con la única diferencia de que las orejas me dejan oír y los electrodos me quitan el temblor” .
Procedimiento quirúrgico en dos fases
La cirugía de párkinson está indicada para aquellos pacientes que tras varios años de enfermedad presentan fluctuaciones motoras, es decir, mala respuesta a la medicación. Son pacientes indicados para la estimulación cerebral profunda, en concreto, del núcleo subtalámico, señala el doctor Guridi.
Según describe el doctor Guridi, el procedimiento quirúrgico consiste en la implantación de electrodos de forma intracraneal, acompañada de la colocación de una batería en el tórax, de modo similar al de un marcapasos. Esta fuente de energía aporta la estimulación eléctrica continua al cerebro, “de forma que ciertas estructuras cerebrales quedan inhibidas y el paciente de párkinson mejora sus síntomas”. El dispositivo implantado estimula eléctricamente el cerebro bloqueando las señales que causan los síntomas motores incapacitantes.
En la Clínica Universidad de Navarra la cirugía de párkinson consta de dos fases diferenciadas. La primera intervención es la implantación de los dos electrodos en los núcleos subtalámicos, estructura cerebral hiperactivada en la enfermedad de Parkinson. “Por este motivo -explica el facultativo-, se suelen colocar los electrodos en dicha localización. Esta intervención se realiza con ayuda de imagen y de registro fisiológico”.
Durante el procedimiento, el paciente permanece despierto y sin medicación, “de forma que colabora de forma activa en la correcta colocación de los electrodos a nivel intracraneal”, señala el especialista.
Posteriormente, en una segunda intervención quirúrgica, se coloca en el pecho la batería con unos cables de extensión. En esta ocasión el paciente está dormido, con anestesia general, y se le implanta esta fuente de energía eléctrica para aportar corriente continua a los electrodos colocados en el núcleo subtalámico, la diana quirúrgica.
Resultados: un antes y un después
Los resultados de la cirugía son muy satisfactorios, señala el neurocirujano. “La estimulación cerebral profunda supone una drástica reducción de la medicación para los pacientes, que se estima en torno a un 80%”, advierte. En concreto, en un estudio clínico de la enfermedad de Parkinson, el 87% de los pacientes mostraron mejores resultados motores en un estado de medicación inactiva al finalizar una evaluación de 12 meses.
Otra característica del procedimiento quirúrgico es que su efecto persiste durante toda la vida. “Si bien no tenemos pacientes intervenidos hace 30 años –indica el doctor Guridi-, es cierto que debemos asumir que los pacientes jóvenes, con muchos años de vida por delante, pueden estar con un estimulador colocado durante mucho tiempo. Ya tenemos pacientes de más de 10 años de evolución”.
Una vez intervenido, el paciente sólo debe cambiarse la batería en el plazo de tiempo necesario –habitualmente a los 4 ó 5 años aunque ya se están desarrollando modelos de 8 y 10 años de duración- y continuar con el seguimiento de un neurólogo. “En general, la respuesta de los síntomas motores a los estimuladores es muy buena”, asegura el especialista.